miércoles, 29 de octubre de 2014

La cotización de las materias primas retrocedió más de 8% este año. Sus efectos se sienten tanto en las estaciones de servicio como en la mesa familiar

Pocas fuerzas económicas son tan importantes como los precios de los commodities, porque cuando éstos suben las riquezas y el poder pasan de los consumidores a los productores. Y cuando bajan, los beneficiados son los consumidores.
En una amplia serie de productos básicos, los precios están cayendo y algunos a gran velocidad. El índice de commodities de Bloomberg –una referencia para las inversiones en el sector– retrocedió a su nivel más bajo en cinco años la semana pasada. Están presionando las cotizaciones a la baja la creciente oferta de gran parte de las materias primas y el debilitamiento de la economía global, incluyendo a China, que es el mayor consumidor de muchos de esos productos básicos. Sea el petróleo, el mineral de hierro, el cobre o el carbón, los precios descienden a gran velocidad.
El Fondo Monetario Internacional estima que los precios globales de los commodities se encuentran 8,3% por debajo del nivel de principio de año. En su último informe Panorama Económico Mundial, el Fondo demostró cómo una caída de u$s 20 el barril de crudo elevaría el ingreso real de los consumidores, lo que impulsaría la demanda interna y el crecimiento en los países consumidores; y dañaría las exportaciones y la demanda en las naciones productoras. El FMI estima que el efecto neto elevaría el PBI mundial 0,5% y si, como resultado de ello, la confianza económica mejorara, esa cifra podría ser de 1,5%. Gavy Davies, presidente de Fulcrum Asset Management, sostiene que es un cálculo lógico.
Andrew Kenningham, economista en Capital Economics, estima que un cambio equivalente podría transferir u$s 640.000 millones (o 1% del PBI mundial) de los productores de petróleo hacia los consumidores. "Tomamos como regla general que los consumidores normalmente gastan la mitad del ahorro inesperado. Eso es u$s 320.000 millones, o cerca de 0,0% del PBI mundial", explicó.
Con precios de otras materias primas cayendo junto con el petróleo, los efectos pueden perfectamente ampliarse, en beneficio de la expansión global pero también creando tanto perdedores como ganadores. El impacto es más evidente en los pronósticos de crecimiento. En 2011, cuando se esperaba que los valores de los commodities se mantuvieran elevados, el FMI proyectó para la economía Brasil un crecimiento superior a 4% en 2014, un ritmo que sería sostenido en el mediano plazo. Ahora calcula casi un estancamiento para este año con una lenta recuperación hacia una tasa 3% en el mediano plazo. Rusia, que también tiene que lidiar con las sanciones impuestas por Occidente, comparte el mismo destino.
Sin embargo, algunos efectos pueden complicarse. Además de redistribuir dinero entre los países, también hay ganadores y perdedores dentro del mismo país. Si bien el crudo más barato actúa como una baja de impuestos para los automovilistas norteamericanos, golpea a la industria local del shale. En 2011, el alza de los valores de los alimentos fue una bendición para la agricultura brasileña pero una inmensa carga para los pobres que viven en las ciudades.
Los movimientos cambiarios
pueden complicar el panorama, porque la mayoría de los commodities cotizan en dólares. En partes de Asia, las monedas están retrocediendo en relación al dólar. Según Jeff Currie, director de investigaciones sobre commodities en Goldman Sachs, como resultado de eso los consumidores de India no se benefician mucho porque los valores del crudo en rupias no están bajando rápido. En países como Indonesia, el gobierno está aprovechando la disminución del precio del combustible para reducir los subsidios por lo que, otra vez, los consumidores no ven el beneficio total. Teniendo en cuenta los cambios cambiarios e impositivos, Currie sostiene que los consumidores estadounidenses serán los únicos beneficiados.
Como gran consumidor e importador, la eurozona se beneficiará con la reducción de los precios de las materias primas, pero los economistas advierten que también podría colocarla en una franca deflación, lo que llevaría a los consumidores a demorar las compras con la expectativa de que sean más baratas en el futuro.
Todo esto es teórico, pero podría debilitar los esfuerzos que hace el Banco Central Europeo en estabilizar la expectativa inflacionaria para el mediano plazo en cerca de 2% anual.

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