sábado, 22 de junio de 2013

Timothy Torlot: Bolivia ya no es pobre, tiene una economía fuerte y exitosa

El Embajador de la Unión Europea en Bolivia señala que, todavía, se deben hacer importantes ajustes en la Justicia, la seguridad económica y la explotación de recursos naturales.
Timothy Torlot.
El embajador y jefe de la delegación de la Unión Europea (UE) califica de exitosa la ejecución de los proyectos que ejecuta el Gobierno boliviano con la cooperación que brinda ese organismo internacional. Afirma que con la administración de Evo Morales, el país goza de una economía fuerte y exitosa, por lo que ya no es un país de bajos ingresos. Se destaca la implementación del llamado proceso de cambio, que hace de Bolivia un país más participativo e incluyente para un buen desarrollo.
Sencillo y jovial, el embajador de la Unión Europea (UE) en Bolivia, Timothy Torlot, conversa con Animal Político para hacer un análisis sobre la actual política de Bolivia y el denominado proceso de cambio que impulsa el gobierno de Evo Morales.
Destaca el giro que ha dado la economía nacional con la actual administración. Se anima a calificarla de “fuerte y exitosa”. Es que considera que en el pasado sólo se hablaba de cooperación bilateral y ahora, con las actuales autoridades, se ha creado un clima de diálogo “franco y profundo” sobre asuntos políticos, más allá de los intereses pasados.
También relieva los logros del proyecto gubernamental, sobre todo, en referencia a la inclusión de todos los sectores en el desarrollo. Dice que la primera fase del proceso de cambio fue exitosa y, ahora, en la implementación, el Gobierno ha comenzado a lidiar con conflictos y contradicciones políticas.
— ¿Cuál su percepción sobre el Estado Plurinacional?
— Después de siete años del principio del proceso de cambio que ha empezado el gobierno de Evo Morales, lo apoyamos desde la Unión Europea, con todos sus desafíos, no sólo de visión, también de implementación. Entonces, para mí es importante cómo con recursos económicos podemos añadir valor a lo que hace el Gobierno en este momento.  Este año terminamos el programa actual de cooperación y estamos planificando la próxima etapa de siete años (2014-2020).
— ¿Cuánto dinero se dio al país?
— La cooperación que administramos en los últimos siete años fue de unos 400 millones de dólares en programas de apoyo bilateral y en temáticas regionales. La cooperación total en este último periodo fue de más de 2,3 billones de dólares desde España, Alemania, Dinamarca y Países Bajos, que coordinamos desde aquí, pero no la administramos.
— ¿Y cuánto se prevé para el nuevo periodo 2014 -2020?
— No sabemos todavía. Hay un debate fuerte en Europa sobre la cooperación, esperamos los resultados de este proceso político y lo sabremos hasta fin de año; pero hay una garantía de mis jefes, de las autoridades europeas, de que vamos a seguir con el mismo nivel de recursos, aunque no sabemos la cantidad exacta.
— ¿En qué áreas se destinan los recursos de la cooperación?
— En tres áreas. Una es la lucha contra la pobreza en temas referidos a empleo digno, el sector minero, la promoción de pequeñas y medianas empresas, también en exportaciones. Otro sector es agua y medio ambiente: hemos trabajado en conexiones de agua en zona urbanas y periurbanas, estamos empezando un nuevo programa en zonas rurales. La tercera área de trabajo es la lucha contra el narcotráfico, control social y desarrollo alternativo.
— ¿Es préstamo o donación?
— Es todo donación, que se hace directamente al tesoro nacional para que se cumplan los resultados específicos. Si no se cumplen las metas, que las traza el Gobierno, pedimos el dinero devuelto. Por tanto, hay un monitoreo muy fuerte del éxito de los compromisos. Normalmente, hubo buena ejecución, sobre todo en el sector agua, casi el 100%.
— ¿Qué porcentaje no se ejecutó y debe ser devuelto por el Estado?
—No sé con exactitud, pero es muy poco, no queremos dar dinero y pedirlo de vuelta para no dejar los programas a medias. En porcentaje, llega a menos del 10%. Algunas metas se cumplen al 100%, pero en promedio están en el orden del 90%. Es el propio Gobierno el que cumple.
— Bolivia dejó atrás el régimen neoliberal y se encamina a uno “socialista”. ¿El factor político es determinante para la cooperación?
— Bolivia está cambiando. Antes era un país muy pobre que necesitaba la cooperación para luchar contra la pobreza, pero ahora se ve una economía fuerte y exitosa, que de a poco lleva servicios e infraestructura a todo el país. Esto lleva a un nivel de crecimiento que la hace cambiar de status. Por tanto, ya no es un país de bajos ingresos.
— Pero aún hay desafíos...
— Los desafíos del país han cambiado y el trabajo que hicimos en la lucha contra la pobreza, por ejemplo, es la meta número uno de la Agenda Patriótica 2025. Hay logros importantes y podemos concentrarnos en otras áreas. Yo no estaba en la época neoliberal, pero la visión del Gobierno nos parece importante, sobre todo en la inclusión.
— ¿Cuál la principal diferencia?
— La gran diferencia, para mí, es que antes en este país había más de la mitad de la población que no jugaba su papel económico, político y social, y, ahora, apoyamos la visión del Presidente de involucrar a todos los sectores en el desarrollo del país. La visión inclusiva de este Gobierno es muy importante actualmente.
— Por tanto, ¿está en camino de consolidar el proceso de cambio?
— Está por un buen camino, (pero) necesita una generación, al menos, para lograr los cambios en la educación, infraestructura y el empoderamiento de los sectores importantes del país. Por eso, la Agenda Patriótica es importante porque es una visión de largo plazo, no de una generación, pero al menos de media generación y así ver cómo podría cambiar el país hasta el 2025. Es bueno planificar y trabajar a largo plazo.
— Hace poco se reunió con César Navarro, encargado de la Agenda 2025, ¿cuál fue su demanda?
— Pidió acompañar el programa. Tuvimos varias observaciones sobre la importancia de planificar e incluir, lo más posible, a los diferentes sectores de Bolivia, como la diversidad económica: al sector público y privado, y a la diversidad política, como la oposición o los grupos sociales y gremiales. Comprometimos nuestro apoyo con cooperación y el diálogo político.
— ¿Será una cooperación económica, técnica o intelectual?
— Sí, y también política, porque hay un gran cambio. Antes, Bolivia era un lugar donde había cooperación económica y nada más, pero ahora tenemos un diálogo franco, profundo y amplio con el Gobierno sobre asuntos políticos. Por ejemplo, hemos hablado con el Presidente sobre la Ley de Inversión o el cambio climático, temas en los que  no siempre nos ponemos de acuerdo, pero hay un diálogo que no existía antes. Ahora, esto se debe profundizar.
— Se habla de incluir a la oposición, ¿cuán importante es esto?
— El país necesita una oposición que enfrente al Gobierno, que cuestione sus políticas y analice la efectividad de sus programas, porque después el Gobierno mismo tiene políticas más eficaces, más productivas y transparentes. Para Bolivia, es importante un Gobierno con una visión de cambio que también debe tener críticas. Si el Gobierno va a cambiar al país, necesita a todo el país para hacerlo y la oposición forma parte del país.
— La oposición es minoritaria, ¿qué pasa si no se la incluye?
— Según Navarro, sí se la va a incluir; si no, faltará un poco de Bolivia que no está contribuyendo a la agenda. Puede ser que ellos (los opositores) no quieran, pero hay que ofrecerles la oportunidad de contribuir.
— ¿Cómo evalúa el proceso de cambio del actual Gobierno?
— Esta fase del proceso es la más difícil, porque al principio hubo la visión de comunicación del proceso al pueblo y ahí el Gobierno fue muy exitoso. Tenía una visión clara para convencer al pueblo de la importancia de la inclusión a todos los sectores de la población.
— ¿Cuál fue el principal logro?
— El logro más importante, para mí, es que el proceso ha cambiado totalmente al país, pero para siempre. Bolivia ahora no puede regresar a lo que era antes y eso es un gran logro.
— ¿Y cuáles son las dificultades?
— Ahora, el Gobierno está luchando con la realidad de la implementación (del proceso), de las contradicciones entre su visión de medio ambiente, la Pachamama, y la visión de desarrollo económico. Como en cualquier otro país, hay contracciones y conflictos (...) con la realidad y en eso pierde, en cierta medida, apoyo porque hay comunidades que se sienten frustradas o excluidas porque el Gobierno decide ir por un camino y no por otro.
— ¿Cuál la principal falencia?
— Cualquier buen gobierno necesita una visión, pero también precisa actuar e implementar. En este país falta, a veces, la capacidad de descentralizar y dar más poder a las autonomías y a las comunidades locales, que es muy positivo. Es muy complicado si no hay capacidad de absorber este poder.
Perfil
Nombre: Timothy Achille Torlot
Nació: 17-09-1957
Profesión: Diplomático
Cargo: Embajador de la Unión Europea en Bolivia.
Carrera
Llegó a Bolivia en septiembre de 2012 y asumió el cargo dos meses después, en reemplazo de Kenneth Bell, quien concluyó en agosto su misión tras cuatro años de actividad. Su experiencia diplomática abarca países del Medio Oriente y Nueva Zelanda.
Nacionalización fue popular, pero mal vista en el exterior
— ¿Cómo afecta la salida de Usaid a la Unión Europea?
— Fue una decisión del Gobierno. Creo que Usaid para Bolivia y en el mundo siempre ha sido un socio importante y de alto nivel para la Unión Europea. Para nosotros, ha jugado un papel importante para la coordinación y planificación de la cooperación global a este país. No veo, a veces, la imagen de Usaid que tiene el Gobierno; todos los países han cambiado, Bolivia tiene el derecho de cambiar, pero, para mí, Estados Unidos también ha cambiado y vamos a echarle de menos.
— ¿Cómo queda la imagen de Bolivia ante la comunidad internacional con la expulsión?
— Hay varias actuaciones de Bolivia que tienen impacto en el mundo, pero en Europa la política de nacionalizar es mucho más visible que la expulsión de Usaid, porque afecta directamente a empresas europeas y afecta el clima para las inversiones futuras.
— ¿Cuál es el efecto?
— El proceso de nacionalizar también es una política clara, transparente, del Gobierno, pero tiene su efecto sobre la  percepción de Bolivia en el exterior. Hemos hablado con el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera y el efecto después de nacionalizar con soldados con armas y cascos, si bien fue una imagen popular en Bolivia, fue una imagen tan fuerte fuera del país porque fue una nacionalización militante que tiene sus razones económicas. Miramos muy estrechamente cómo se manejan y gestionan las compensaciones transparentes, consistentes con las leyes. Y eso es muy importante.
— Y al final, ¿eso genera buenas o malas opiniones?
— (Medita) Las imágenes militantes de Bolivia nacionalizante no crean buenas impresiones. Dentro de Europa hay un debate sobre el papel que tiene que jugar el Estado en una economía. Entonces, la política de nacionalizar es popular entre algunos y no entre otros. Pero la manera de hacerlo y la forma de compensar legalmente a las empresas involucradas son muy importantes.
— ¿Qué debe ajustar el Gobierno para garantizar cooperación?
— El desafío más grande es solucionar la falta de confianza en el sistema judicial. Luego, asegurar un crecimiento económico sostenible, y aprovechar y explotar la riqueza natural con la que cuenta Bolivia.

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