viernes, 30 de octubre de 2009

CAPITALISMO



El capitalismo al estilo de Sarah Palin

The New York Times

Estamos viviendo un momento progresista, un momento en que el suelo se está moviendo bajo nuestros pies, cuando todo es posible. Lo que considerábamos inimaginable sobre lo que se podría decir y esperar hasta hace un año, ahora es posible. En una época como esta, es absolutamente crucial que seamos tan claros como sea posible sobre lo que queremos, pues puede que lo logremos.

Por lo tanto, las apuestas son altas.

Últimamente hablo sobre los paquetes financiero. Todos debemos entender eso, pues es un robo en marcha, el asalto más grande de la historia monetaria. Pero hoy quiero usar un abordaje diferente: ¿Y si realmente funciona el paquete, si se salva el sector financiero y si vuelve la economía al curso en que estaba antes de la crisis? ¿Es eso lo que queremos? ¿Y cómo sería este mundo?

La respuesta es que se parecería a Sarah Palin. Presten atención, esto no es un chiste. Creo que no consideramos suficientemente el significado del momento Palin. Piensen sobre esto: Sarah Palin entró en el escenario mundial como candidata a vicepresidente el 29 de agosto, en los comicios de la campaña de McCain, con mucho alarde. Exactamente dos semanas después, el 14 de septiembre, Lehman Brothers entró en colapso, determinando el inicio de la caída financiera global.

Así, de cierta forma, Palin fue la última expresión clara del capitalismo tradicional, antes que todo saliera mal. Eso es muy útil porque ella nos mostró -con su manera simple y sencilla- cuál era la trayectoria de la economía de los EE.UU. antes de su actual crisis.

Al ofrecernos esta vislumbre del futuro, casi evitado, Palin nos ofreció una oportunidad de hacer una pregunta esencial: ¿Queremos llegar allá? ¿Queremos salvar este sistema precrisis, volver a donde estábamos en septiembre de 2008? ¿O queremos usar esta crisis, y el mandato electoral para un cambio serio después de la última elección, para transformar radicalmente este sistema? Debemos estar seguros sobre nuestra respuesta ahora, pues desde 1930 no tuvimos la combinación potente de una grave crisis y un mandato claramente demócrata progresista para realizar cambios. Debemos usar esta oportunidad o la perderemos.

De esa forma, ¿Qué nos decía Sarah Palin sobre el capitalismo tradicional antes de ser groseramente interrumpida por el colapso?

En primer lugar, vamos a recordar que, antes que llegara, el público de los EE.UU., finalmente, estaba empezando a considerar la urgencia de la crisis climática, con el hecho de que nuestra actividad económica está en guerra con el planeta y que debemos hacer cambios radicales inmediatamente. Estábamos hablando en serio: los osos polares salieron en la portada de la revista Newsweek.

Y entonces llegó Sarah Palin. La parte esencial de su menaje era esta: Los ambientalistas, esos liberales, aquellos buenos samaritanos están todos equivocados. No necesitamos cambiar nada. No necesitamos repensar nada. Sigan manejando sus automóviles que consumen litros y litros de gasolina, sigan yendo al Wal-Mart para comprar todo lo que quieran. La razón de eso es un lugar mágico llamado Alaska. Venga y cometa todos los pecados que quiera.

"Americanos", dijo ella en la Convención Nacional Republicana, "debemos producir más petróleo y gasolina propios. Escuchen eso de una joven que conoce la Costa Norte de Alaska, tenemos mucho de los dos."

Y la multitud en la convención reaccionó cantando: Perfore, baby, perfore.

Al ver esta escena por la televisión, con aquella rara y repugnante mezcla de sexo, petróleo y patriotismo fanático, recuerdo que pensé: "Por Dios, la Convención Nacional Republicana se transformó en comicios a favor de destruir el planeta Tierra". Literalmente.

Pero lo que Palin estaba diciendo es lo que está empotrado en el propio ADN del capitalismo: la idea de que el mundo no tiene límites. Ella decía que no existen consecuencias o deficiencias del mundo real, pues siempre habrá otra frontera, otro Alaska, otra burbuja. Basta seguir adelante y descubrirla. El futuro nunca vendrá.

Esta es la mentira más confortante y peligrosa que existe: la mentira de que el crecimiento perpetuo, sin fin, es posible en nuestro planeta finito. Y debemos recordar que este mensaje fue increíblemente popular en aquellas primeras semanas, antes del colapso del Lehman. A pesar del histórial de Bush, Palin y McCain estaban en ventaja. Y, si no fuera por la crisis financiera y por el hecho de que Obama empezó a entrar en contacto con los electores de la clase trabajadora, al cuestionar la desregulación y la economía del suministro indirecto, ellos podrían haber ganado.

El presidente nos dice que quiere mirar hacia adelante, no hacia atrás. Pero para confrontar la mentira del crecimiento perpetuo y de la abundancia sin límites, que está en el centro de las crisis ecológica y financiera, debemos mirar hacia atrás. Y debemos mirar bien atrás, no sólo los últimos ocho años de Bush y Cheney, sino la propia fundación del país, la propia idea de un estado colonizador.

El capitalismo moderno nació con el llamado descubrimiento de las Américas. Fue el pillaje de los increíbles recursos naturales de las Américas que generó el capital en exceso que permitió la Revolución Industrial. Los primeros explotadores se referían a esta tierra como la Nueva Jerusalén, una tierra con una abundancia sin fin, allá, disponible, tan vasta, que el pillaje nunca tendría fin. Esta mitología está en nuestras parábolas bíblicas -de las inundaciones y de los nuevos comienzos, de los arrebatamientos y de las salvaciones- y está en el centro del Sueño Americano de la reinvención constante. Lo que este mito nos dice es que no debemos convivir con nuestros pasados, con las consecuencias de nuestras acciones. Siempre podemos escapar, empezar de nuevo.

Esas parábolas siempre fueron peligrosas, lógico, para las personas que ya estaban viviendo en las tierras "encontradas", para las personas que cultivaban esas tierras a través del trabajo forzado. Pero ahora el propio planeta nos dice que ya no podemos creer más en esas parábolas de eternos reinicios.

Es por eso que es tan significativo que, justo en el momento en que algún tipo de instinto humano de supervivencia surgió, en el momento en que finalmente parecíamos entender los límites naturales de la Tierra, Palin haya aparecido, la nueva encarnación del desbravador colonial, diciendo: Vengan a Alaska. Siempre hay más. No piensen, sólo tomen.

Eso no tiene nada que ver con Sarah Palin. Eso tiene que ver con el significado de aquel mito del constante "encuentro", y sobre lo que él nos dice del sistema económico con el que están gastando billones de dólares para salvarlo. Lo que él nos dice es que el capitalismo, dejado por su propia cuenta, nos llevará más allá del punto en el que el clima puede ser recuperado. Y el capitalismo evitará una contabilidad seria -sea ella de las deudas financieras o de las deudas ecológicas- cueste lo que cueste. Eso porque siempre hay más. Un nuevo arreglo rápido. Una nueva frontera.

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